Teoria do Mundo Cúbico - novo livro de Ernesto Milá
Tamanho: 15 x 23 cm Páginas: 258 Pedidos: eminves@gmail.com |
EMInves ha publicado una recopilación de artículos, corregidos y aumentados, acompañados de una conclusión, titulada Teoría del Mundo Cúbico.
El libro ha aparecido precisamente la misma semana en la que menos de
la mitad del electorado acudía a las urnas para elegir sus
representantes en Europa y quizás sea este hecho por el que convenga
empezar el diálogo con su autor, Ernesto Milá:
– Nuestro pueblo no parece ha estado muy interesado por las elecciones europeas… ¿Cómo sitúan en su libro a la Unión Europea?
–
Es simple: la UE podía haberlo sido todo y, sin embargo, ha optado por
no ser nada. La UE podía haberse constituido como una de las “patas” de
un mundo multipolar, una de las zonas con mejor nivel de vida y
bienestar de las poblaciones. Y, sin embargo, ha preferido ser una pieza
más de un mundo globalizado y, como tal, una víctima más de esa odiosa
concepción económico–política que aspira a homogeneizar el mundo en
función de los intereses de la economía financiera y especulativa.
– Así pues, no hay futuro para Europa dentro de la globalización…
–
Exacto, desde hace 25 años, Europa viene siendo víctima de un doble
fenómeno: de un lado la deslocalización industrial en virtud de la cual,
las plantas productoras de manufacturas tienden a abandonar territorio
europeo y a trasladarse a zonas del planeta con menos coberturas
sociales y, especialmente, salarios más bajos; de otro lado, la
inmigración masiva traslada masas ingentes del “tercer mundo” hacia
Europa con la finalidad de aumentar la fuerza de trabajo a disposición,
logrando así tirar a la baja de los salarios. Ambos procesos
–deslocalización industrial e inmigración masiva– tienden a rentabilizar
el rendimiento del capital: se produce más barato fuera de Europa y lo
que no hay más remedio que se fabrique en Europa, cuesta menos gracias a
la inmigración masiva. Eufemísticamente, a este proceso, se le llama
“ganar competitividad” y registra en su nómina a una ínfima minoría de
beneficiarios y a una gran masa de damnificados. Por eso es rechazable.
– Hablando de “modelos”, en la introducción dices que tu Teoría del Mundo Cúbico es un modelo de interpretación de la modernidad, ¿puedes ampliarnos esta idea?
–
Lo esencial de toda teoría política es interpretar el mundo en función
de un esquema propio que ayude a explicar la génesis de la coyuntura
histórica que se vive y cuál será su evolución futura. Esto es hasta tal
punto necesario que, sin esto, puede decirse que ninguna doctrina
política, ninguna concepción del mundo, logrará definir los mecanismos
estratégicos para modificar aquellos aspectos de la realidad que le
resulten rechazables o discordantes. Para que un modelo de
interpretación de la realidad sea eficiente, es preciso que integre los
aspectos esenciales del fenómeno que analiza. Los modelos geométricos
son particularmente interesantes por lo que tienen de “visual”. De entre
ellos, el cubo es, sin duda, el que mejor se adapta a la globalización
y, por tanto, es el que hemos utilizado para nuestro análisis.
– Así pues, si no se comprende bien lo que es la globalización, ¿más vale no intentar aventuras políticas?
–
Exactamente. Cuando emprendes un viaje, una aventura, debes llevar
contigo un mapa. El mapa es, en definitiva, el modelo de interpretación
que te llevará del lugar en el que te encuentras a aquel otro al que
quieres llegar. Nadie sensato se atrevería a iniciar un viaje sin
disponer de un plano susceptible de indicarle en cada momento dónde se
encuentra y si va por la buena o por la mala dirección. Hoy, el factor
dominante de nuestra época es el mundialismo y la globalización; el
primero sería de naturaleza ideológica y en el segundo destaca su
vertiente económica, especialmente. ¿Qué podríamos proponer a la
sociedad si ignorásemos lo que es la globalización? Incluso Cristóbal
Colón tenía una idea clara de a dónde quería ir; para él, su modelo de
interpretación era la esfera; sabía pues que si partía de una orilla del
mar, necesariamente, en algún lugar, llegaría a otra orilla. Desconocer
lo que es la globalización y sus procesos supone no asentar la acción
política sobre bases falsas y, por supuesto, una imposibilidad para
elegir una estrategia de rectificación.
– ¿Qué pretendes transmitir a través de estas páginas?
–
En primer lugar la sensación de que la globalización es el factor
esencial de nuestro tiempo. Luego, negar cualquier virtud al sistema
mundial globalizado, acaso, el peor de todos los sistemas posibles y,
desde luego, la última consecuencia del capitalismo que inició su
ascenso en Europa a partir del siglo XVII. Tras el capitalismo
industrial, tras el capitalismo multinacional, no podía existir una fase
posterior que no fuera especulativa y financiera a escala planetaria.
Cuando George Soros o cualquier otro de los “señores del dinero” vierten
alabanzas sobre la globalización, lo hacen porque forman parte de una
ínfima minoría de beneficiarios que precisan de un solo mercado mundial
para enriquecerse segundo a segundo, al margen de que la inmensa mayoría
del planeta, también segundo a segundo, se vaya empobreciendo
simétricamente. En la globalización hay “beneficiarios” y
“damnificados”, sus intereses con incompatibles. Finalmente, quería
llamar la atención sobre la rapidez de los procesos históricos que han
ocurrido desde la Caída del Muro de Berlín. Lejos de haber llegado el
tiempo el “fin de la historia”, lo que nos encontramos es con una
“aceleración de la historia” en la que e están quemando etapas a
velocidad de vértigo. La globalización que emerge a partir de 1989, en
apenas un cuarto de siglo, ha entrado en crisis. En 2007, la crisis de
las suprime inauguró la serie de crisis en cadena que recorren el
planeta desde entonces, crisis inmobiliarias, crisis financieras,
crisis bancarias, crisis de deuda, crisis de paro, etc, etc. En cada una
de estas crisis, da la sensación de que el sistema mundial se va
resquebrajando, pero que se niega a rectificar las posiciones extremas
hacia las que camina cada vez de manera más vertiginosa. Con apenas 25
años, la globalización está hoy en crisis permanente. Así pues, lo que
pretendo transmitir es por qué no hay salida dentro de la globalización.
– ¿Y por qué no hay salida…?
–
La explicación se encuentra precisamente en el modelo interpretativo
que propongo: está formado por un cubo de seis caras, opuestas dos a
dos; así por ejemplo, tenemos a los beneficiarios de la globalización en
la cara superior y a los damnificados por la globalización en la cara
inferior; a los actores geopolíticos tradicionales a un lado y a los
actores geopolíticos emergentes de otro; al progreso científico que
encuentra su oposición en la neodelincuencia que ha aparecido por todas
partes. Así pues tenemos un cubo con seis caras, doce aristas en las que
confluyen caras contiguas y ocho vértices a donde van a parar tres
caras en cada uno. Así pues, del análisis de cada una de estas caras y
de sus contradicciones entre sí, de las aristas, que nos indicarán las
posibilidades de convivencia o repulsión entre aspectos contiguos y de
los vértices que nos dirá si allí se generan fuerzas de atracción o
repulsión que mantengan la cohesión del conjunto o tiendan a disgregarlo
respectivamente, aparece como conclusión el que las fuerzas centrípetas
que indican posibilidades de estallido de la globalización se
manifiestan en todos los vértices del cubo, así como las fricciones en
las aristas, y hacen, teóricamente imposible, el que pueda sobrevivir
durante mucho tiempo la actual estructura del poder mundial globalizado.
– ¿Quiénes son los “amos del mundo”? ¿Los “señores del dinero”…?
–
En primer lugar es preciso desembarazarse de teorías conspiranoicas. Si
el mundo estuviera dirigido por una “logia secreta” o por unos “sabios
de Sión”, al menos sabríamos hacia donde nos pretenden llevar y
existiría una “inteligencia secreta”, un “plan preestablecido”. Lo más
terrible es que ni siquiera existe eso. El capitalismo financiero y
especulador ha dado vida a un sistema que ya es controlado por ninguna
persona, ni por ningún colectivo, ni institución. Simplemente, la
evolución del capitalismo en su actual fase de desarrollo está
completamente fuera de control de cualquier inteligencia humana. De ahí
que en nuestro modelo interpretativo, la cara superior del cubo –la que
representa a los beneficiarios de la globalización– no sea plana sino
que tenga la forma de un tronco de pirámide. En el nivel superior de
esta estructura piramidal truncada se encuentran las grandes
acumulaciones de capital, lo que solemos llamar “los señores del
dinero”… pero no constituyen ni un “sanedrín secreto”, ni siquiera
pueden orientar completamente los procesos de la economía mundial.
Simplemente, insisto, la economía se ha convertido en un caballo
desbocado, que escapa a cualquier control…
– Entonces… ¿quién dirige el mundo?
– … efectivamente, esta es la pregunta que faltaba.
En mi modelo, esta pirámide truncada, está coronada por una pieza
homogénea que está por encima de todo el conjunto. En los obeliscos
antiguos esta pieza era dorada o, simplemente, hecha de oro, y se
conocía como “pyramidion”. En la globalización ese “pyramidion” son
los valores de los que se nutre el neocapitalismo: afán de lucro,
búsqueda insensata del mayor beneficio especulativo, etc, en total
veinte principios doctrinales que enuncio en el último capítulo de la
obra y que constituyen lo que podemos considerar como “la religión de
los señores del dinero”. Esos “principios” son los que verdaderamente
“dirigen la globalización”. Los “señores del dinero” no son más que sus
“fieles devotos”, pero no tienen ningún control sobre los dogmas de su
religión.
– ¿Hay alternativa a la globalización?
–
Sí, claro, ante: la llamada “economía de los grandes espacios”.
Reconocer que el mundo es demasiado diverso y que un sistema mundial
globalizado es completamente imposible. Reconocer que solamente espacios
económicos más o menos homogéneos, con similares PIB, con similar
cultura, sin abismos ni brechas antropológicas, pueden constituir
“unidades económicas” y que, cada uno de estos espacios, debe estar
protegido ante otros en donde existan condiciones diferentes de
producción, por barreras arancelarias. Y, por supuesto, que el capital
financiero debe estar en primer lugar ligado a una nación y en segundo
lugar tributar como actividad parasitaria y no productiva. La migración
constante del capital financiero en busca siempre de mayores beneficios
es lo que genera, a causa de su movilidad, inestabilidad internacional.
Hace falta poner barreras para sus migraciones y disminuir su impacto,
no sólo en la economía mundial, sino también en la economía de las
naciones. Los Estados deben desincentivar las migraciones del capital
especulativo y favorecer la inversión productiva, industrial y
científica.
– ¿Es posible vencer a la globalización?
–
La globalización tiene dos grandes enemigos: en primer lugar, los
Estados–Nación que disponen todavía de un arsenal legislativo,
institucional y orgánico para defender la independencia y la soberanía
nacionales de cualquier asalto, incluido el de los poderes económicos
oligárquicos y apátridas; se entiende, que una de las consignas sagradas
del neoliberalismo sea “más mercado, menos Estado”, que garantiza que
los intereses económicos de los propietarios del capital se impongan con
facilidad sobre los derechos de las poblaciones que deberían estar
defendidos y protegidos por el Estado, en tanto que encarnación jurídica
de la sociedad. El otro, gran enemigo de la globalización es cualquier
sistema de “identidades” que desdicen el universalismo que se propone
desde los laboratorios ideológicos de la globalización (la UNESCO, ante
todo) y son antagónicos con los procesos de homogeneización cultural y
antropológica que acompañan a la globalización económica. Así pues está
claro: para vencer a la globalización es preciso reivindicar la dignidad
superior del Estado (y para ello hace falta crear una nueva clase
política digna de gestionarlo) e incluso recuperar la idea de Estado
como expresión jurídica de la sociedad, es decir, de todos (con todo lo
que ello implica) y, por otra parte, es preciso reafirmar las
identidades nacionales, étnicas, regionales. Allí donde haya Estado e
Identidad, allí no hay lugar para la globalización.
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