NADIE COMO ÉL… REIVINDICACIÓN DE JULIUS EVOLA EN EL 40º ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO

El 11 de junio de 1.974 fallecía Julius Evola en su domicilio romano de Corso Vittorio Emanuele. A 40 años de dicho óbito no podíamos permanecer en silencio, pues el legado que nos dejó el maestro y gran intérprete de la Tradición no tiene parangón alguno. Podríamos comentar detalles cuanto menos asombrosos de su post mortem que seguramente nos harían pensar que lo de Evola no se trató meramente de las intasables doctrinas que nos hizo llegar sino que incluso operó una transformación interior que le hizo ontológicamente partícipe de Tradición Viva (Identificación con el Mundo Suprasensible y Conocimiento del mismo), pero nuestro propósito, en estas líneas, no es hablar de sus aconteceres personales sino de los aportes irrenunciables de la obra escrita que nos ha dejado. De hecho ya en su momento hablamos de sus circunstancias personales, tanto las de su mentado post mortem (1), como la de otros trasiegos que le acaecieron en vida y que podemos colocar en el mismo plano metafísico de los hechos que rodean su muerte -tanto previos como posteriores- (2) y finalizando por su accionar exterior a lo largo de buena parte de su vida (3).
Así pues, es de su legado doctrinal de lo que nos vamos a referir, pues consideramos que nadie como el maestro italiano ha sistematizado de forma más fidedigna lo que es la Tradición, lo que son sus principios, sus valores y sus fundamentos perennes. Nadie como él nos ha descrito lo que en la Tradición es eterno, al margen de circunstancias temporales o geográficas. Nadie como él ha descrito la morfología del Mundo Tradicional. Nadie como él nos ha hecho ver el proceso de caída que llevó al hombre desde la Tradición al alienante mundo moderno (4). Nadie como él nos ha dibujado épocas, culturas, instituciones, organizaciones políticas, doctrinas, sagas y ciclos que fueron paradigmáticos de lo que debe entenderse como Mundo de la Tradición. Nadie como él ha desbrozado la Tradición de adherencias o de involuciones que ya estaban y/o están claramente desmarcadas de ella y que, p. ej., pueden concurrir a un tipo de religiosidad de naturaleza sacerdotal, clerical, lunar, fideísta, devocional, moralista, dogmática, pasiva y embebida por lo que Evola catalogó como propio de la ´luz del sur´. Nadie como él ha visto que sólo a través de la ´vía heroica´, la propia del guerrero o shatriya, ha sido y es posible -en lo que ya Hesíodo denominó como Ciclos Heroicos- la Restauración del Orden Tradicional perdido. Nadie como él supo y nos ha hecho ver que ´la vía heroica del guerrero´ no tiene una vertiente únicamente externa sino que sobre todo trata de la componente interna que consiste en la transformación del ser de un tipo de hombre diferenciado en pos de su Despertar a la Trascendencia. Nadie como él nos ha trasladado que es la ´vía de la acción´ propia de un tipo de Espiritualidad Solar e impregnada por la ´Luz del Norte´ la que puede conducir al hombre hacia su Liberación. Nadie como él acabó con espurias interpretaciones promiscuas, cosmopolitistas e igualitarizantes de lo que es la Tradición y nos enseñó que fue una Raza Primordial y no la humanidad en forma genérica e indiferenciada la que in illo tempore, en y desde una sede ártica-boreal, fue la única protagonista de la Edad de Oro consustancial a la Tradición Primordial y que desde dicha sede Hiperbórea se ramificó hacia diferentes puntos del Planeta y que, igualmente, de ese mismo tronco racial surgieron posteriormente las razas indoeuropeas que migradas por enclaves diversos, y no habiendo olvidado nunca sus orígenes más remotos, protagonizaron diferentes Ciclos Heroicos y restauraron, en diversos períodos y civilizaciones, el Mundo perdido de la Tradición y vivificaron esa Luz del Norte que sólo ellos portaban en la memoria sacra de la sangre, pues sólo ellos eran descendientes de aquellas Razas Primordiales boreales que blandieron en la Edad Áurea la Espiritualidad Solar. Nadie como Evola ha interpretado el sentido holístico de la jerarquía (etim., ´gobierno sacro´) y no lo ha excluido de ningún ámbito, incluido el racial, aun reconociendo la enorme decadencia actual que arrastra a los pueblos descendientes del remoto septentrión; pueblos, que a pesar de ello, atesoran esa posibilidad -ahora adormecida- de retorno a la Edad Primordial (5). Nadie como Evola ha sustentado la certidumbre inherente a la Tradición de que no existen fatalismos contra los cuales un tipo de hombre diferenciado no pueda luchar para revertir la deletérea postración a la que nos ha llevado el mundo moderno, pues nadie como Evola nos ha planteado, a lo largo de diferentes momentos históricos por los que él mismo pasó, las tácticas más adecuadas para hacer frente al edificio mastodóntico de la modernidad e intentar derribarlo y desintegrarlo: en momentos defendió el combate frontal contra él (6) y en otros posteriores la brega por debilitarlo desde dentro (7) …pues nadie como Evola concibió que ni las mismas Edades por las que según los textos Sacros y Sapienciales pasa un ciclo humano o manvântara son compartimentos rígidos sino que son el fruto de dinámicas cósmicas que influyen aquí abajo pero que a pesar de determinar no deben resultar fatales e inamovibles para un tipo humano irreductible y tenaz (8). Nadie como Evola entendió la esencia de la Tradición, que no es otra que la de actuar en este mundo para sacralizarlo y no, por contra, evadirse metafísicamente de él, pues de entenderse de este último modo no hablaríamos de Tradición sino meramente de ´metafísica pura´. Nadie como Evola, pues, entendió que la Tradición es metafísica aplicada en el plano físico de la existencia. Nadie como él aportó vías, herramientas, técnicas y caminos prácticos de transformación interior para ese tipo humano diferenciado que ose recorrer el arduo camino Iniciático que apunta a ese Renacimiento al Mundo Superior que consagra al ariya (al renacido) (9). Nadie como Evola nos ha sabido mostrar dónde se hallan las incorruptas trincheras del Frente de la Tradición pues nadie como él nos las ha desbrozado bien de las escorias de la modernidad más descarnadamente materialista o bien de las pseudoespiritualidades (10) que se afanan por aturdir y confundir a aquéllos que sienten la llamada de la Tradición y la lucha, interna y externa, contra el Mundo Moderno. Nadie como él nos ha puesto en el camino correcto. Nadie como él nos ha dado certidumbre y luz ¡…la Luz del Norte!

NOTAS:
(4) Tanto la morfología del Mundo de la Tradición como el proceso involutivo que abocó en el mundo moderno fueron magistralmente descritos por nuestro autor en Rivolta contro il mondo moderno.
(5) No hace mucho comentábamos en cierto medio que”al igual que Evola definió al budismo de los orígenes -el escrito en canon pali- como totalmente acorde con el modo más genuino de encarar a la Trascendencia que siempre fue propio del hombre indoeuropeo Tradicional deberíamos decir lo mismo del Tao-tê-king de Lao Tsé (que podemos hacerlo emanar del I Ching): encaja, significativamente, totalmente con ese estilo propio del mundo clásico que percibía la existencia, actuaba en ella y entendía de lo metafísico con serenidad, calma anímica, autocontrol, autodisciplina, severidad, austeridad y equilibrio.
Dicho lo cual habría que incidir en que estas similitudes nos denotan un más que probable común origen boreal-solar que habría que entender a través de esas migraciones que, desde la subsede hiperbórica constituida por ese fiel reflejo que habría sido la tierra nordatlantídea, llegaron a la fachada atlántica de Europa (recuérdese la raza solar de los Tuatha de Dannan), se extendieron por ambas riberas del Mediterráneo (megalitismo que recientes pruebas efectuadas con el carbono 14 demuestran que se desarrolló del oeste al este -no al revés- por ser más antiguos los megalitos situados más al oeste), originando, p. ej., la primigenia solar civilización egipcia y extendiéndose hacia Asia, llegando al Tibet (se trasluce un fuerte influjo de estos pueblos de origen nordatlantídeo -o quizás directamente boreal- en el Tibet de los Bon y los Dropa), a tierras de la actual China (aquí encajaría el I Ching…) y hasta el Japón (piénsese en los ainu). Nótese que todavía no estamos hablando de pueblos indoeuropeos, sino de pueblos de un mismo origen y extracción racial pero emigrados mucho antes de la formación de la Urheimat  indoeuropea situada en la cultura de Ertebolle-Ellenberck (allá por la península escandinava).
Las tradiciones solares han sido difundidas por una misma raza. Todas las obras desarrolladas por Evola tratan sobre tradiciones difundidas por esa misma raza y acordes con lo solar. Las tradiciones de carácter Solar que afloraron en diversas partes del planeta son las que esta raza portó consigo y esta raza no es otra que la blanco boreal y su descendiente la indoeuropea, no otra. A cada raza le es inherente un tipo de espiritualidad o un tipo de religiosidad: solar a la indoeuropea, lunar a la semítica y pelásgica,…, totémica a la mongoloide y animista a las negroides.
Lo de la raza (a diferencia del Hado fatalista, del dios omnipresente semítico, de la razón hegeliana universal, del materialismo dialéctico e histórico del mismo Hegel y su seguidor Marx, de los determinismos sociales o culturales)  no supone -lo de la raza- un determinismo que atente contra el principio Tradicional de la libertad del hombre sino una condición sine qua non para ser portadores de esa semilla divina que, mediante la Iniciación propia de la vía del héroe, puede aspirarse a ser Despertada. Sólo la raza mencionada -a causa de su origen divino- puede lograr esa Liberación. Si no queremos caer en igualitarismos no se pueden poner en el mismo nivel las razas de origen divino con las razas hijas de la Tierra, pues adjudicarles a éstas -materializadas, esclavas de la vida meramente instintiva y pulsional y, por ello y citando a Evola, bestializadas- dicha posibilidad Liberadora nos puede provocar el echar mano de la reducción al absurdo y admitir, así, dicha posibilidad de Despertar para -y copiando a teósofos reencarnacionistas- bóvidos, reptiles o hasta insectos…
No se puede admitir lo jerárquico del mundo de la Tradición para todo menos para las razas. El fijarse tan solo en el aspecto externo -lo físico- para, percibiendo sensorialmente que todas las razas tenemos aspecto humano, niverlarlas no representa más que una superficialidad -de corte biologista- que es impropia de una perspectiva Tradicional que siempre pone el énfasis en el nivel Espiritual (en los logros que potencialmente son posibles espiritualmente y que sólo una raza de origen divino -y que poco tiene en común con las demás, aparte de su aspecto antropomórfico- puede hacerlos realidad).”
El del seguimiento de las migraciones de la raza boreal Primordial es un tema que puede ver mucha luz tras la lectura de capítulos como el II, III y IV de la Segunda Parte de Rivolta contro il mondo moderno; en su versión en castellano a cargo de Ediciones Heracles: Rebelión contra el mundo moderno. Igualmente resulta muy recomendable al respecto la consulta del también libro de escritos de Evola El “misterio hiperbóreo”. Escritos sobre los indoeuropeos (1.934-1.970), a cargo de Ediciones Nueva República.
(6) La lucha abierta contra la modernidad y el Sistema que la hacía y hace   suya la defiende todavía Evola en su libro Los hombres y las ruinas (1.953).
(7) Dinamitar al Mundo Moderno desde dentro y no enfrentándose frontal y de forma suicida a él es, en cambio, la estrategia que, en vista del agravamiento de la situación, nuestro maestro estima la conveniente en su obra Cabalgar el tigre (1.961). Un resumen de esta obra se puede leer en el cap. V de nuestra Reflexiones contra la modernidad (Ediciones Camzo); capítulo que puede igualmente encontrarse en: http://septentrionis.wordpress.com/2009/07/28/cabalgar-el-tigre/
(8)Para una profundización en el tema de la oposición Tradicional a la idea de fatalismo se puede consultar el cap. III de nuestro ya citado libro Reflexiones contra la modernidad. Asimismo se puede leer dicho ensayo en: http://septentrionis.wordpress.com/2010/08/19/evola-frente-al-fatalismo/
(9) Evola nos describe técnicas Iniciáticas en diversas obras suyas, pero de una manera sistemática lo hace, junto a un buen número de colaboradores del Gruppo di Ur, en Introduzione alla magia quale scienza dell´io.
(10) Así las denunció en forma monotemática en Rostro y máscara del espiritualismo contemporáneo.

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